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imagen by alpenflora.ch |
Es frecuente en los cursos de agua y en las
sendas que nos trasladan de aquí para allá, casi mecidos, encaminados hacia la
propia afectividad, hacia los vínculos tuertos y las espinas atemporales de
relaciones presentes y las pasadas, y las que están por venir, dar con esta
minúscula flor.
No encuentro forma de presentarme ante una
campanilla silvestre (Campanula petula) si no es con las pañaletas de la camisa por fuera
y los bolsillos cargados de afecto y cariño, medios rencores y algún que otro
coágulo de odio, incrustado, casi desvanecido, pero que no termina de salir del
todo, por mucha leche tibia que se le haya aplicado, desde entonces, a lo largo
de los años.
Quiero, digo, presentarme en condiciones, armado
y equipado con la satisfacción que produce el asombro ante los descubrimientos,
con la obligación de dejarme olvidar, de no hurgar en otras emociones o daños que
no sea el empuje de una nueva aventura en el bosque, entre arroyos perdidos y
piedras antediluvianas, como un mundo de colores primarios, recién nacido y por
explorar, y del que deduzco me mira fijamente, igual invitándome, quizá
retándome, a esa mirada inexcusable que rezuma felicidad en los rostros
vírgenes.
Gsús Bonilla (Cuaderno de campo. Agosto 05/19)
N 42º 16' 48.031'' / O 6º 19' 36.183''
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