Ahora me aterroriza la tierra, esa quietud y esa paciencia. Hace crecer cosas tan dulces a partir de semejantes inmundicias. Gira inofensiva, inmaculada alrededor de su eje con tal sucesión infinita de cadáveres enfermos. Son tan exquisitos los vientos que destila a partir de semejante hedor originado. Renueva con esas miradas inconscientes su cosecha pródiga, suntuosa, anual. Brinda tales materias divinas a los hombres, y acepta tales desechos de ellos finalmente.
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